Las leyes antimonopolio son universalmente aceptadas como justas para que los consumidores accedan al mercado con libertad de elección y sin abusos. Se considera legítimo, si no necesario, fomentar el desarrollo de alternativas a los productos o servicios existentes como un camino natural hacia la evolución y la mejora. Por otro lado la propiedad intelectual es también generalmente aceptada como una forma justa de incentivación y justo pago por la creatividad y la inversión en investigación e innovación. Ambas líneas de argumentación presentan una vertiente común orientada al desarrollo de la sociedad en que vivimos. Sin embargo ambas presentan también espacios de claro conflicto. ¿Dónde está el límite entre apoyarse en una idea para crear una variante mejorada y vulnerar los derechos del creador de la misma? Si una idea funciona parece lógico pensar que una mejora no pasará por un cambio radical, y que muy bien puede basarse en modificar un pequeño detalle. Poner un sistema de apertura fácil a un envase podría servir de ejemplo. Si al padre de la idea original (y dueño de la patente) no se le ocurre esa mejora, ¿deberemos considerar la posibilidad de que otros las mejoren? ¿Qué ocurriría si al inventor de la rueda, por poner un ejemplo absurdo pero ilustrativo, se le habría permitido bloquear todas las variantes y mejoras por respetar su derecho de creador? En ese caso alguien podría pensar que las leyes de protección de la propiedad intelectual pueden llegar a propiciar escenarios de monopolio. En el ámbito de la publicidad encontramos muchos casos de, llamémosle en este punto, paralelismo de ideas. En algunos casos hay muy poca novedad en el diseño de las “creatividades recicladas”, pero notable en el canal para difundirla. Una buena idea contada en un círculo limitado puede tener un éxito exponencial si se viraliza en Redes Sociales. ¿Es acaso ese cambio menos relevante que el de incorporar el “abrefácil” al envase? ¿Cabría considerarlo una variante mejorada como ésas que luchan contra los monopolios en otras materias? En este blog de Joe La Pompe podéis encontrar una interesante relación de estos plagios, homenajes o reciclajes de ideas publicitarias. Si en materia de desarrollo de software existe el código abierto para compartir avances y fomentar la evolución a partir de la compartición, en la de la creatividad publicitaria ¿podría crearse un espacio de enriquecimiento mutuo con la misma filosofía de competencia colaborativa?